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[Publicado en Plan 9B no. 2]
El rapero Gucci Mane fue uno de los fundadores del género del trap. Tras salir de la cárcel parece querer disculparse por su actual condición de abstemio. El primer impulso de muchos de sus seguidores fue criticar su nuevo modo de vida para después desear que no lo retome. su transformación, claro, también ha afectado a su música. Estando sobrio es capaz de grabar tres discos en siete meses y además dejar contentos a sus fans. Algunos artistas locales recogen de Mane su rechazo por los narcóticos, habilidad para facturar hits de trap que escapan del discurso dominante. ¿un comienzo del trap healthy?
Tropecé en la web con una nota que tenía como título “El rey del trap está sobrio”. En un universo paralelo, en el upside down world, esta condición no tendría que sorprender. Lo cual me sirve de ejemplo para hacer notar uno de varios puntos que quiero tocar en esta ocasión: la exaltación del alcohol en uno más de los guetos de la escena local: el hardcore. Señalo esto, claro, sin olvidar que la cultura regional nos afecta forzosamente, tal como lo sostiene Calvario: “la cultura sonorense legitima el consumo de alcohol”, donde entra en juego la identidad regional en la cual beber cerveza bien helada (como un reto al calor) reivindica la supuesta esencia sonorense.
Se dice que estamos sumergidos en el sistema y que no podemos sacudirnos su influencia, de tal modo que ya inmersos en la cultura, esta lleva mensajes cuya intención es concretar comportamientos acordes al orden establecido.
Resultó para mí tan extraordinario el artículo citado líneas arriba que retomo otro extracto (el motivo se esclarecerá más adelante): “Gucci Mane ha dejado las drogas, pero no quiere renunciar a la corona del trap”. Y la nota después escupe: “la pregunta, claro, es si un tipo que bebe agua con gas en el strip club puede serlo”. Y acaba diciendo algo (que curiosamente días atrás cruzó por mi mente sobre la escena en su conjunto y el movimiento Straight Edge): “De la misma manera en que esa deformación rápida y primaria del punk llamada hardcore tomó entidad propia al iniciar en los ochenta el fenómeno Straight Edge -ni alcohol, ni tabaco ni drogas-, fantasear con el impacto que tendría un movimiento similar dentro de la escena trap es estimulante”.
Y es que, aun sin compartir sustrato político, Gucci Mane y Minor Threat demuestran que para ser el mejor en lo suyo no hacen falta estímulos externos: basta con mantenerse agresivo.
Esto último de mantenerse agresivos… un punto de interés a discutir... pero antes de eso voy a plantear ideas que me ayudarán a explicar lo que pasa en la escena hardcore.
¿Alguna vez te has preguntado el motivo del por qué haces lo que haces?
Según Pérez Esquivel, la dominación no comienza por lo económico sino en la cultura; y se reproduce mediante mecanismos de consumo masivo para llevarnos a perder la identidad, todo ello mediante la masificación. De ahí que cobre sentido resaltar la importancia de la memoria histórica.
Por otro lado, dice Gramsci que para asegurar la hegemonía se echa mano de mecanismos de control como la familia, la Iglesia, la escuela, los medios de comunicación y la cultura en sí misma, mecanismos que manipulan a las masas a través de un conjunto de ideas de la clase dominante que se traducen en los valores morales y culturales de una sociedad tradicional, cuya función es conservar el orden establecido. Es por esto que las instituciones y la cultura misma proveen de los medios para entrenarnos en aceptar nuestro destino y entender el orden existente como natural e inevitable. Así que nuestras propias acciones están afectadas por la ideología, estando conscientes o no de ello. En consecuencia, vemos natural muchas cosas que suceden cuando en realidad no lo son.
De igual modo ocurre al interior del hardcore, donde sus expresiones, es decir, los elementos que le dan identidad también se ven influenciados, sin percatarse de ello quizá, por algo que se denomina masculinidad hegemónica. Conell lo describe como: “Aquel modelo que se impone y se reproduce, y por tanto naturaliza como práctica e identidad de género obligatoria para todos los hombres”. A partir de una visión generalizada que tiene la sociedad de cómo debe ser el comportamiento de los hombres, de lo que “es esperable que hagan o no hagan”:
· No expresar afecto y privilegiar la acción sobre la palabra.
· No expresar dependencia ni debilidad.
· Vivir el propio cuerpo desde un registro desafectivizado.
· Cultivar el honor.
· Lo masculino debe ser siempre vigilado, medido y sobre todo siempre probado.
· Creer que la fortaleza está asociada, por ejemplo, a la fuerza física, y por tanto a atributos masculinos.
· Creer también que lo activo es masculino y lo pasivo femenino.
· Asociar la heterosexualidad con la masculinidad hegemónica.
· Pensar que se tiene tolerancia al alcohol.
Otra cuestión (que tampoco es así de simple) es que el hardcore es un campo de pruebas de la masculinidad, término que ideó Kimmel. Claro está que el moshpit es la más evidente demostración de la masculinidad en el gueto hardcoreño. Participar en el moshpit es un asunto arriesgado. Correr riesgos es un atributo masculino innato: entre más violento mayor cohesión se logra, aunque sea por solo un momento. También no hay que perder de vista a los hombres que se mantienen en la periferia del pit, pues adoptan una postura combativa que expresa un “no te metas conmigo”, y la escena entera parece asumir una actitud de rudeza colectiva, en pocas palabras, como algunos gringos en su escena lo declaran en los shows hardcore “there are no sissies allowed”. Algunos definen los comportamientos en las tokadas harcore como un derroche de masculinidad donde se exhiben como los más malditos y estileros. Otra forma de demostrar que perteneces a la subcultura del hardcore son los tatuajes. Básicamente ciertos eventos se han vuelto exhibiciones de hipermasculinidad por los hombres y para los hombres. Son rituales de exagerada masculinidad, visualmente, sónicamente y conductualmente.
Asumiendo que el hardcore es una experiencia de empoderamiento, ¿de dónde surge esta noción?
Los hombres alcanzan esa sensación de poder a través de la repetición de actos performativos de masculinidad, obtienen un cierto sentido de poder imitando el comportamiento de otros hombres en el grupo. Tal demostración de fuerza, energía y agresividad se intensifica notoriamente cuando es el turno de la banda hardcore en el escenario. Una vez que la banda comienza a tocar se enciende.
El género y el sexo son actuaciones, actos performativos que son modalidades del discurso autoritario. Si “gender is doing”, como indica Butler, el ejemplo que más resalta estas prácticas de significación es el moshpit. La forma en que se manifiesta la pasión por la música explica estas expresiones corporales que lo caracterizan: golpes frenéticos, piruetas, patadas voladoras, golpes en círculos, puñetazos “simulados”, puños en alto, empujones y colisiones. Y la manera como se codifica al interior del grupo los lleva al sentido de pertenencia, una demostración de masculinidad para poder legitimarse frente a los otros. En palabras de Kimmel: “los hombres definen su masculinidad no en relación con las mujeres, sino en comparación con ellos mismos”. Es importante considerar que estas actuaciones corporales masculinas no son exclusivas de los cuerpos masculinos y tampoco todos los hombres que participan en el hardcore las manifiestan.
Una de las grandes ventajas de los hombres en muchas relaciones de género es controlar la mayoría de las instituciones culturales, así lo afirma Conell. De allí que el hardcore se entienda como terreno de varones, por ejemplo.
Resultó para mí tan extraordinario el artículo citado líneas arriba que retomo otro extracto (el motivo se esclarecerá más adelante): “Gucci Mane ha dejado las drogas, pero no quiere renunciar a la corona del trap”. Y la nota después escupe: “la pregunta, claro, es si un tipo que bebe agua con gas en el strip club puede serlo”. Y acaba diciendo algo (que curiosamente días atrás cruzó por mi mente sobre la escena en su conjunto y el movimiento Straight Edge): “De la misma manera en que esa deformación rápida y primaria del punk llamada hardcore tomó entidad propia al iniciar en los ochenta el fenómeno Straight Edge -ni alcohol, ni tabaco ni drogas-, fantasear con el impacto que tendría un movimiento similar dentro de la escena trap es estimulante”.
Y es que, aun sin compartir sustrato político, Gucci Mane y Minor Threat demuestran que para ser el mejor en lo suyo no hacen falta estímulos externos: basta con mantenerse agresivo.
Esto último de mantenerse agresivos… un punto de interés a discutir... pero antes de eso voy a plantear ideas que me ayudarán a explicar lo que pasa en la escena hardcore.
¿Alguna vez te has preguntado el motivo del por qué haces lo que haces?
Según Pérez Esquivel, la dominación no comienza por lo económico sino en la cultura; y se reproduce mediante mecanismos de consumo masivo para llevarnos a perder la identidad, todo ello mediante la masificación. De ahí que cobre sentido resaltar la importancia de la memoria histórica.
Por otro lado, dice Gramsci que para asegurar la hegemonía se echa mano de mecanismos de control como la familia, la Iglesia, la escuela, los medios de comunicación y la cultura en sí misma, mecanismos que manipulan a las masas a través de un conjunto de ideas de la clase dominante que se traducen en los valores morales y culturales de una sociedad tradicional, cuya función es conservar el orden establecido. Es por esto que las instituciones y la cultura misma proveen de los medios para entrenarnos en aceptar nuestro destino y entender el orden existente como natural e inevitable. Así que nuestras propias acciones están afectadas por la ideología, estando conscientes o no de ello. En consecuencia, vemos natural muchas cosas que suceden cuando en realidad no lo son.
De igual modo ocurre al interior del hardcore, donde sus expresiones, es decir, los elementos que le dan identidad también se ven influenciados, sin percatarse de ello quizá, por algo que se denomina masculinidad hegemónica. Conell lo describe como: “Aquel modelo que se impone y se reproduce, y por tanto naturaliza como práctica e identidad de género obligatoria para todos los hombres”. A partir de una visión generalizada que tiene la sociedad de cómo debe ser el comportamiento de los hombres, de lo que “es esperable que hagan o no hagan”:
· No expresar afecto y privilegiar la acción sobre la palabra.
· No expresar dependencia ni debilidad.
· Vivir el propio cuerpo desde un registro desafectivizado.
· Cultivar el honor.
· Lo masculino debe ser siempre vigilado, medido y sobre todo siempre probado.
· Creer que la fortaleza está asociada, por ejemplo, a la fuerza física, y por tanto a atributos masculinos.
· Creer también que lo activo es masculino y lo pasivo femenino.
· Asociar la heterosexualidad con la masculinidad hegemónica.
· Pensar que se tiene tolerancia al alcohol.
Otra cuestión (que tampoco es así de simple) es que el hardcore es un campo de pruebas de la masculinidad, término que ideó Kimmel. Claro está que el moshpit es la más evidente demostración de la masculinidad en el gueto hardcoreño. Participar en el moshpit es un asunto arriesgado. Correr riesgos es un atributo masculino innato: entre más violento mayor cohesión se logra, aunque sea por solo un momento. También no hay que perder de vista a los hombres que se mantienen en la periferia del pit, pues adoptan una postura combativa que expresa un “no te metas conmigo”, y la escena entera parece asumir una actitud de rudeza colectiva, en pocas palabras, como algunos gringos en su escena lo declaran en los shows hardcore “there are no sissies allowed”. Algunos definen los comportamientos en las tokadas harcore como un derroche de masculinidad donde se exhiben como los más malditos y estileros. Otra forma de demostrar que perteneces a la subcultura del hardcore son los tatuajes. Básicamente ciertos eventos se han vuelto exhibiciones de hipermasculinidad por los hombres y para los hombres. Son rituales de exagerada masculinidad, visualmente, sónicamente y conductualmente.
Asumiendo que el hardcore es una experiencia de empoderamiento, ¿de dónde surge esta noción?
Los hombres alcanzan esa sensación de poder a través de la repetición de actos performativos de masculinidad, obtienen un cierto sentido de poder imitando el comportamiento de otros hombres en el grupo. Tal demostración de fuerza, energía y agresividad se intensifica notoriamente cuando es el turno de la banda hardcore en el escenario. Una vez que la banda comienza a tocar se enciende.
El género y el sexo son actuaciones, actos performativos que son modalidades del discurso autoritario. Si “gender is doing”, como indica Butler, el ejemplo que más resalta estas prácticas de significación es el moshpit. La forma en que se manifiesta la pasión por la música explica estas expresiones corporales que lo caracterizan: golpes frenéticos, piruetas, patadas voladoras, golpes en círculos, puñetazos “simulados”, puños en alto, empujones y colisiones. Y la manera como se codifica al interior del grupo los lleva al sentido de pertenencia, una demostración de masculinidad para poder legitimarse frente a los otros. En palabras de Kimmel: “los hombres definen su masculinidad no en relación con las mujeres, sino en comparación con ellos mismos”. Es importante considerar que estas actuaciones corporales masculinas no son exclusivas de los cuerpos masculinos y tampoco todos los hombres que participan en el hardcore las manifiestan.
Una de las grandes ventajas de los hombres en muchas relaciones de género es controlar la mayoría de las instituciones culturales, así lo afirma Conell. De allí que el hardcore se entienda como terreno de varones, por ejemplo.
El beatdown o tough guy hardcore, es un subgénero del hardcore punk que tiende a ser más lento en su ejecución y cargado de breakdowns y riffs de guitarra agresivos y con características del death metal. Un ambiente donde ocurre una pérdida del espacio en el cual lxs asistentes se sienten tensxs a la espera de lo que se van a encontrar, pues si estás fuera del moshpit eso no significa que estás a salvo de golpes y agresiones. Se trata de violencia exacerbada, convirtiéndose en un espacio donde no se tiene seguridad y confianza, un espacio que es de todxs. Según lo que se dice, el baile se ha inspirado en el capoeira, el breakdance (krump), el shuffle, el pogo y el slam dance.
Cuando los miembros de la comunidad del hardcore estadounidense de los ochenta hablan sobre el papel de la violencia en los shows, parece haber un consenso de que las expresiones violentas a través del pogo y después por medio del slam dancing, junto con su estilo musical agresivo, tremendamente acelerado, sonido sucio y la potencia y la energía cumplieron su propósito: ser una especie de catarsis. La violencia en los shows hardcore se volvió esencial en la formación de la identidad de entonces. Esta fue la forma que encontraron para diferenciarse del punk, e Ian McKaye lo reconoce. Algunas bandas de entonces comenzaron a utilizar imágenes violentas en sus álbumes o para enviar mensajes a través de sus letras, cuya temática era la problemática social, así como los propios problemas personales y de la violencia metafórica pasaron a mencionarla abiertamente. Podemos mencionar a Black Flag, con el que se considera uno de los discos más significativos del movimiento hardcore: Damaged. Rollins prende y apaga el switch de la violencia a lo largo de la lírica del álbum, usándola como herramienta. Por otra parte, Minor Threat con su frontman, Ian McKaye, iniciadores del movimiento Straigth Edge, el cual promovió la abstinencia del alcohol, las drogas y el sexo promiscuo (como un rechazo a los excesos del rock and roll de las dos décadas pasadas), rechaza la violencia pero no del todo. La utilizan como una metáfora de la defensa propia o para condenarla, critica negativamente a quiénes la utilizan para compensar sus inseguridades y complejos.
Mientras los hardcore se distanciaban de los punks menos radicales a través de la violencia simulada en los shows, seguían vulnerables ante la violencia policiaca. Era una época donde lo distinto se sofocaba, no había lugar para quienes se veían diferentes, y ese era su delito. Fue por eso que empezaron a acortar las canciones para poder tocar todo lo que se pudiera antes de que llegara la policía y los mandaran a callar.
Así, mientras la policía instigaba a la violencia, los medios y noticieros catalogaban a los hardcore-punk como “jóvenes violentos; una amenaza para la sociedad”. Algunos miembros del hardcore no se dejaron intimidar e hicieron referencias a la violencia en forma irónica. Se polarizó aún más el enfrentamiento. Los medios tuvieron carne para la picadora y esto trajo como consecuencia que adolescentes, atraídos por lo que vieron en la TV acerca del movimiento y de las explosiones violentas en los shows, llegaron buscando precisamente eso, hacer desmadre. Finalmente lo que comenzó como violencia simulada se convirtió en verdadera violencia, cumpliendo con el estereotipo en el que los medios los habían etiquetado al principio. Los que escriben la historia del hardcore atribuyen a estos sucesos (en los que la violencia se salió de control) un papel importante en el fin del movimiento de la primera ola del hardcore.
¿Cómo una subcultura puede resistir el embate de la explotación comercial?
Hay quienes advierten sobre la despolitización del hardcore, lo cual nos lleva a preguntarnos si en la época actual el hardcore sigue siendo parte del punk rock. Algunos opinan que la conexión que existía se ha disipado, que la comercialización del género trajo más adeptos a la escena pero a su vez esos chicos lo tomaron como una moda pasajera. Casi todo se ha vuelto vendible en el mercado, el look de las bandas de hardcore, su arte en los álbumes, la producción y el equipo que usan, es algo que se puede comprar donde sea, por lo que te puedes volver hardcorero de la noche a la mañana (como también ocurre con otros géneros) teniendo como consecuencia que el mensaje principal se diluya.
Cabe recordar que también forman parte de la escena quiénes ven al hardcore como parte de sus vidas, un compromiso de largo aliento, quienes se resisten al mainstream y a la cultura oficial y que ven al hardcore como algo a lo que no puedes renunciar, porque hubo un tiempo en el cual el movimiento hardcore fue mucho más que música.
Cuando los miembros de la comunidad del hardcore estadounidense de los ochenta hablan sobre el papel de la violencia en los shows, parece haber un consenso de que las expresiones violentas a través del pogo y después por medio del slam dancing, junto con su estilo musical agresivo, tremendamente acelerado, sonido sucio y la potencia y la energía cumplieron su propósito: ser una especie de catarsis. La violencia en los shows hardcore se volvió esencial en la formación de la identidad de entonces. Esta fue la forma que encontraron para diferenciarse del punk, e Ian McKaye lo reconoce. Algunas bandas de entonces comenzaron a utilizar imágenes violentas en sus álbumes o para enviar mensajes a través de sus letras, cuya temática era la problemática social, así como los propios problemas personales y de la violencia metafórica pasaron a mencionarla abiertamente. Podemos mencionar a Black Flag, con el que se considera uno de los discos más significativos del movimiento hardcore: Damaged. Rollins prende y apaga el switch de la violencia a lo largo de la lírica del álbum, usándola como herramienta. Por otra parte, Minor Threat con su frontman, Ian McKaye, iniciadores del movimiento Straigth Edge, el cual promovió la abstinencia del alcohol, las drogas y el sexo promiscuo (como un rechazo a los excesos del rock and roll de las dos décadas pasadas), rechaza la violencia pero no del todo. La utilizan como una metáfora de la defensa propia o para condenarla, critica negativamente a quiénes la utilizan para compensar sus inseguridades y complejos.
Mientras los hardcore se distanciaban de los punks menos radicales a través de la violencia simulada en los shows, seguían vulnerables ante la violencia policiaca. Era una época donde lo distinto se sofocaba, no había lugar para quienes se veían diferentes, y ese era su delito. Fue por eso que empezaron a acortar las canciones para poder tocar todo lo que se pudiera antes de que llegara la policía y los mandaran a callar.
Así, mientras la policía instigaba a la violencia, los medios y noticieros catalogaban a los hardcore-punk como “jóvenes violentos; una amenaza para la sociedad”. Algunos miembros del hardcore no se dejaron intimidar e hicieron referencias a la violencia en forma irónica. Se polarizó aún más el enfrentamiento. Los medios tuvieron carne para la picadora y esto trajo como consecuencia que adolescentes, atraídos por lo que vieron en la TV acerca del movimiento y de las explosiones violentas en los shows, llegaron buscando precisamente eso, hacer desmadre. Finalmente lo que comenzó como violencia simulada se convirtió en verdadera violencia, cumpliendo con el estereotipo en el que los medios los habían etiquetado al principio. Los que escriben la historia del hardcore atribuyen a estos sucesos (en los que la violencia se salió de control) un papel importante en el fin del movimiento de la primera ola del hardcore.
¿Cómo una subcultura puede resistir el embate de la explotación comercial?
Hay quienes advierten sobre la despolitización del hardcore, lo cual nos lleva a preguntarnos si en la época actual el hardcore sigue siendo parte del punk rock. Algunos opinan que la conexión que existía se ha disipado, que la comercialización del género trajo más adeptos a la escena pero a su vez esos chicos lo tomaron como una moda pasajera. Casi todo se ha vuelto vendible en el mercado, el look de las bandas de hardcore, su arte en los álbumes, la producción y el equipo que usan, es algo que se puede comprar donde sea, por lo que te puedes volver hardcorero de la noche a la mañana (como también ocurre con otros géneros) teniendo como consecuencia que el mensaje principal se diluya.
Cabe recordar que también forman parte de la escena quiénes ven al hardcore como parte de sus vidas, un compromiso de largo aliento, quienes se resisten al mainstream y a la cultura oficial y que ven al hardcore como algo a lo que no puedes renunciar, porque hubo un tiempo en el cual el movimiento hardcore fue mucho más que música.
Según Haenfer, la vieja escuela del hardcore, al menos en el nivel superficial, apoyaba la ideología de la inclusión y la aceptación con la esperanza de generar un cambio social. Uno de sus lemas, por ejemplo, “possitive mental attitude”. En la medida que el hardcore se entrecruzó con el mainstream metalero, muchas de las ideas anarquistas, de izquierda, anti-sexistas y con sentimientos pro-queer, banderas comunes del proto-hardcore, fueron abandonadas a favor de una corriente más apolítica (John Sewell).
Algunos dicen por ahí que se trata de pura moda y nada de contenido. La ideología del proto-hardcore fue reflejo de una búsqueda de emancipación, una mentalidad que cuestionara todo: a la policía, al gobierno, al sistema y al adultocentrismo. El hardcore como energía pura, estilo agresivo y lo que es digno de reconocer: el hecho de haber hecho todo por sí mismos. Además de las estrategias HTM (hazlo tú mismo), los grupos formaron una comunidad fuerte que se asentó en la solidaridad y fueron los primeros que incluyeron verdaderamente a las minorías. Gente experta en esto comenta que a partir de los noventa los contenidos de las letras de algunas canciones hicieron referencia a una lucha sin definir sus actores o propósitos, promueven el sentido de unidad, de comunidad y hablan de “nosotros contra ellos”, refiriéndose a la cultura dominante, sin ahondar en detalles, tales como en qué consiste la opresión o cómo librar esa batalla.
Algunos miembros de bandas se suben al escenario con su soliloquio acerca de la familia del hardcore, de la hermandad, ¿pero de dónde viene esto? En el caso del Straight Edge, una subcultura del hardcore-punk asociada con un particular estilo de vida, en la que sus participantes son en su mayoría hombres, rechazan la masculinidad hegemónica que valora las jerarquías, las proezas sexuales, la fuerza física y la distancia emocional. “Esta noción alternativa de masculinidad que propone el Straight Edge, incluyendo la ideología de la abstinencia, representan una renegociación de la masculinidad que podría crear espacios más incluyentes y seguros para mujeres y otros que no se identifican con la masculinidad hegemónica. Sin embargo, el discurso androcéntrico del Straight Edge y el centrarse en establecer lazos entre ellos (brotherhood, manhood) para superar las masculinidades negativas, puede resultar en la exclusión de las mujeres de la escena”. (Mullaney).
Algunos dicen por ahí que se trata de pura moda y nada de contenido. La ideología del proto-hardcore fue reflejo de una búsqueda de emancipación, una mentalidad que cuestionara todo: a la policía, al gobierno, al sistema y al adultocentrismo. El hardcore como energía pura, estilo agresivo y lo que es digno de reconocer: el hecho de haber hecho todo por sí mismos. Además de las estrategias HTM (hazlo tú mismo), los grupos formaron una comunidad fuerte que se asentó en la solidaridad y fueron los primeros que incluyeron verdaderamente a las minorías. Gente experta en esto comenta que a partir de los noventa los contenidos de las letras de algunas canciones hicieron referencia a una lucha sin definir sus actores o propósitos, promueven el sentido de unidad, de comunidad y hablan de “nosotros contra ellos”, refiriéndose a la cultura dominante, sin ahondar en detalles, tales como en qué consiste la opresión o cómo librar esa batalla.
Algunos miembros de bandas se suben al escenario con su soliloquio acerca de la familia del hardcore, de la hermandad, ¿pero de dónde viene esto? En el caso del Straight Edge, una subcultura del hardcore-punk asociada con un particular estilo de vida, en la que sus participantes son en su mayoría hombres, rechazan la masculinidad hegemónica que valora las jerarquías, las proezas sexuales, la fuerza física y la distancia emocional. “Esta noción alternativa de masculinidad que propone el Straight Edge, incluyendo la ideología de la abstinencia, representan una renegociación de la masculinidad que podría crear espacios más incluyentes y seguros para mujeres y otros que no se identifican con la masculinidad hegemónica. Sin embargo, el discurso androcéntrico del Straight Edge y el centrarse en establecer lazos entre ellos (brotherhood, manhood) para superar las masculinidades negativas, puede resultar en la exclusión de las mujeres de la escena”. (Mullaney).
Lejos de criticar un género musical, incluso no es que desee que se reprima la adrenalina y la emoción por la música, cuestiono las expresiones de violencia en el hardcore y en el beatdown. Me gustaría que se volteara a ver esa idea de las neotribus, cuya intención oculta es que se adopte la cultura de masas que, como dijera Dimitrova, no deja espacio libre para la diferencia ni para vivir de otra manera, un estilo de vida que presta atención a la apariencia y a la forma. Mi intención es poner sobre la mesa las contradicciones que existen en nuestro intento de rechazar aspectos de la sociedad convencional e insistir preguntando ¿cuál es el precio que tienen que pagar quienes deben mostrarse “malditos” y “estileros” siempre?, ¿qué pasa si en el gueto hardcore un chico dice que no al beer for the boys?, ¿por qué no se pone de moda ser abstemio?, ¿por qué no existen expresiones distintas a la violencia en el hardcore?, ¿por qué las personas se ajustan a los estereotipos? (los estereotipos generan un impacto significativo en la capacidad que tienen las personas para crear o formar sus propias identidades de acuerdo con sus valores y deseos. Recuerden la rola, “New York City clon” y “Step down”), ¿por qué han ido en aumento las expresiones de violencia en la escena?, ¿cómo sería una tocada hardcore sin expresiones de violencia?, ¿el hardcore old school morirá cuando las bandas que aún tocan dejen de hacerlo?... el rumbo del hardcore lo definirán las nuevas generaciones.
A veces tengo la sensación que muchas de las cosas por las que se trabajó para crear conciencia están ya en las nuevas generaciones, como si fueran natas… ¿cuál será el futuro del hardcore en manos del relevo generacional?, ¿todo terminará en una mezcla bizarra como la bandita de moda de Travis Barker?, donde la confusión es deliberada y la intención es el consumo de una imagen y la pérdida de los ideales. Un vivo ejemplo de lo que son precisamente las neotribus, según Muggleton: asociaciones temporales con fronteras fluidas y membresía flotante.
A pesar de que las raíces del hardcore tienen orígenes de protesta, de inconformidad, de lucha, de actitud positiva y de hacer lo que es correcto y cuestionarlo todo, a partir de su comercialización, han permeado en el género comportamientos relacionados con estereotipos masculinos, así como expresiones de masculinidad relacionadas con la violencia; la buena noticia es que aun así hay individuos quienes eligen no seguir estos parámetros. Al final es cuestión de conciencia y actitud individual, pero como dijo una banda de Monterrey llamada Heterofobia: “Desaprender es parte de aprender”, y eso sí es urgente.
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