Por Ángel Orozco
¿Has visitado el sótano de la cordura?, ¿has tarareado la melodía del absurdo?, ¿has mojado los hongos de tus pies en el pantano de los hubiera? Que la perfección relativa de nuestras mentiras no opaque los gramos de maldad en el torrente sanguíneo de cada uno de los barbudos, calvos y cobardes de alegre parloteo, pues la noche es joven y la adrenalina sigue al alcance de nuestros bolsillos, vampiros de glorias pasadas retando al cinéfilo crepúsculo del amanecer, pinche precrisis de los cuarenta en la futura virtualidad digitalizada, tres líneas paralelas y no hay vuelta atrás cuando el eco se diluye en las rocas rumbo a la casa del Emilio saliendo de La Verbena: ¿a cuánto el bote, pues?, no la chingues, cómo que hay puro blanco, ni pedo, que sean cinco pero bien heladas. Yo pongo esta ronda, que no, dijo mi compa.
Así empezó, el final de aquella noche amanecer.
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