Por
Don Poyo CorE
Fotografías del archivo de Punk Zonora
Les
doy oficialmente la bienvenida a esta columna, a Disonancia Desértica,
un espacio editorial para el rock hecho en Sonora. ¿De qué vamos a hablar? De
todo lo concerniente a la escena sonorense, de lo que pasa abajo y arriba del
escenario; a veces habrá entrevistas, otras reseñaremos discos, fanzines,
programas de radio, pero siempre bajo una visión crítica y sin condescendencia,
sin palmaditas en la espalda; además, esta columna estará sazonada con un toque
de nostalgia: ya son más 30 años en la escena, no me pueden culpar.
Antes
de continuar me gustaría compartirles que me parece realmente grandioso que el
buen Matute retomara Rock Sonora. Esto va en serio y por
buen camino. Espero que cada vez más bandas y personas se acerquen para
colaborar, así como para visitar la página.
Matute me
invitó a participar hace varios meses, y si tardé tanto en tomarle la palabra
no fue por falta de entusiasmo o interés, tampoco por falta de temas o
contenido. Hay tanto que quiero decir, de lo que puedo y quiero hablar… el
problema fue decidir dónde y con qué iniciar. En esta ocasión opté por hacer un
recuento (muy general), hacer memoria (hasta donde se pueda) de mis años en Rock
Sonora (en su nacimiento y primera etapa a finales de los noventa e
inicio de los dos miles), porque el pasado es importante: es un punto de
partida, un referente del acierto y el error que toda escena debe tener en
cuenta para evolucionar.
Rock Sonora
fue un parteaguas a nivel nacional, inclusive, en su mejor momento, tuvo
alcance internacional. Los años noventa llegaban a su final. Tenía menos de un
año en la universidad cuando Jorge Moreno (alias Matute)
me invitó a participar en Rock Sonora. En ese entonces muy pocas
personas contaban con una computadora en casa, muchas menos con acceso a
Internet. De hecho, cuando el buen Matute me invitó al equipo de
trabajo, yo tenía apenas cerca de seis meses de haber creado mi primer correo
electrónico, pero, aun cuando era un neófito en cuestiones de Internet, contaba
con algo de experiencia en eso de escribir sobre la escena, colaborando con varios
fanzines locales.
Como
dije antes, a finales de los noventa pocas personas podían presumir tener
Internet en casa, e inclusive, quienes tenían lo negaban para no ser acusados
de “riquillos” o “fresas”. Pero eso sí, el negocio del momento eran los
llamados cíber cafés, donde en realidad solo podías tomar café soluble, sodas,
papitas, galletas, gansitos, y donde no era nada raro verte obligado esperar a
que se desocupara una máquina, a veces hasta por una hora o más. También los
centros de cómputo de las preparatorias y universidades, que contaban con este
servicio, estaban comúnmente saturados, al grado que si querías usar un equipo debías
apartarlo con días de anticipación y el tiempo frente al monitor era limitado.
Pero
siendo honestos, aun cuando escaseaba el acceso a Internet en los hogares
sonorenses, la fiebre de los correos electrónicos y páginas de “chats” estaban
en su mejor momento, y para la gente de la escena, para las bandas y para los
amantes de la música subterránea e independiente, todo era novedad: nuevas amistades y contactos, además podías
acercarte directamente a sellos, a otras bandas, programas de radio, revistas,
distribuidoras y colectivos.
No voy
a decir que en ese entonces era yo un veterano de la escena, no, pero todavía
me tocó esa época previa al Internet donde si pertenecías a una banda de metal,
de punk, de hardcore, la única manera de organizar una gira era consiguiendo
contactos de promotores, colectivos o de bandas que tocaran tu género y les
gustara la música que hacías, lo suficiente como para invitarte a caerle a su
ciudad y a sus casas. Esos contactos se conseguían casi siempre en fanzines y
por correo tradicional, para lo cual tenías que esperar hasta un mes para
recibir respuesta, esto en el caso de que la persona a quien contactabas te
contestara inmediatamente.
En la
mayoría de los fanzines y revistas de rock se agregaba una sección al final dedicada
a los llamados “tape traders”, personas que
compartían sus gustos musicales en una carta para ser publicada y ofrecían
intercambiar casets grabados, vinilos y demos de bandas subterráneas, haciendo
pública la dirección de su casa e invitando a la gente a escribirles. También,
y de vez en cuando, en esa sección encontrabas bandas y sellos que ofrecían sus
demos a la venta o en intercambio. Sí, ya existía el teléfono, pero lo crean o
no, las llamadas de larga distancia eran exageradamente caras, y Telmex, cuando
notaba que desde una línea se hacían llamadas a otras ciudades o países,
mágicamente hacía aparecer en tu recibo minutos de más o llamadas que nunca se
hicieron. Las llamadas locales eran ya un lujo: las de larga distancia eran un derroche,
una invitación a perder el servicio telefónico al no poder pagar el recibo.
Cuando
llegó Rock Sonora los precios en los ciber cafés eran
“accesibles”, no lo suficiente como para crear una página porque te cobraban
por hora y las máquinas eran muy lentas y la conexión fallaba, y si contabas
con el presupuesto y el tiempo, debías contar también con la disposición de
alguien que más o menos le supiera mover. Hoy puedes crear un blog o una página
en media hora y no necesitas dominio del tema. Y esto es lo que explica el
éxito de Rock Sonora por varios años, así como su trascendencia.
Las
bandas tuvieron la oportunidad de promover su trabajo en todo el mundo (y
gratis) en la página de rocksonora.com, pues lo primero que se hizo fue crear
un directorio de bandas (en orden alfabético y sin tomar en cuenta el género),
donde podías consultar la biografía de los grupos, sus fotos, música,
información de sus presentaciones y dejar un comentario o pregunta.
Después
de concretar el primer directorio, el cual aumentaba semana con semana, se
consideró importante el dar voz a la opinión del público, y de ahí nació la
idea de publicar columnas y un foro. Yo escribí un par de columnas, la más
estable y de mayor continuidad fue una llamada Punk Zonora, y
recuerdo que el señor Rubén “Vicio”, guitarrista de la banda LÚXOR
tenía su versión llamada Metal Sonora. Buenos tiempos sin duda.
Después
trabajar la promoción de las bandas, la sección de las columnas, foros y
artículos, así como reseñas de tocadas y otros eventos, Rock Sonora
también se transformó en una red social mucho antes de Facebook e
inclusive mucho antes de MySpace, donde sacabas tu perfil, charlabas, ya
no solo con bandas, sino con otras y otros usuarios, creando debates y
vendiendo, intercambiando y/o comprando discos, casets e instrumentos, entre
otras cosas. Y no es mamada, pero hoy se
conocen historias de matrimonios de chavorrucos noventeros que se conocieron
ahí.
Fue
tanto el éxito en la promoción de las bandas, que de repente nacieron en otros
estados proyectos similares (a veces demasiado) a Rock Sonora y
de la nada bandas de todo México escribían y preguntaban si había un espacio
para ellos, para promover su trabajo, y así también se agregó un directorio de
bandas nacionales.
Vaya…
no sé si lo notaron, pero creo que en verdad me tomé muy en serio esto de las
“divagaciones” … una disculpa, la nostalgia hace que la pluma fluya y uno
agarra monte, pero bueno, sí, estaban avisados y avisadas, esto será una
divagación en forma de columna.
En
fin, creo que es obvio que me sobran buenos recuerdos de mi época en Rock
Sonora. Una página que nació para promover bandas sonorenses y que
después se transformó en una referencia, un punto de encuentro para toda la
escena. Cuando me fui de Rock Sonora no sé mucho de lo que pasó
después en relación a su desaparición, pero siempre he sido de la idea que todo
colectivo, todo proyecto, tiene su nacimiento, apogeo y decadencia, es un
proceso natural, pero también creo que hoy la escena es demasiado grande, dispersa,
y esto se refleja en el hecho de que ya casi no hay tocadas donde se presenten
bandas de todos los géneros, lo cual me hace pensar que hoy no existe una
escena como tal, existen diferentes escenas que se dividen no solo en géneros,
sino también en generaciones.
Hoy
como nunca hay bandas, espacios para tocar, bares… es más, antes de la mentada
pandemia había hasta de tres a cinco tocadas el mismo fin de semana. Por eso
soy de la idea que es realmente digno de celebrar que que regrese Rock Sonora,
ya no solo para promocionar bandas, ya que para eso hay cientos de opciones
(gratuitas y no tanto), sino para retomar ese punto de encuentro ante tanto
talento disperso en Sonora. Porque hoy nos queda claro que la escena no se
trata solo de las bandas; el público y la prensa son parte de la misma, y ahí
Sonora también se pinta solo: hay un buen de público, sí, exigente, pero
(mayormente) respetuoso, así como medios audiovisuales de calidad como
fanzines, estudios de grabación, podcast y programas de radio, pero no existe
un punto de encuentro, ni físico ni virtual. Por eso celebramos, insisto, el
regreso de Rock Sonora; y va de nuez: esto con toda la
esperanza de construir de nuevo un punto de encuentro, esta vez no solo entre
el público y las bandas, sino también entre generaciones y las diferentes
escenas.
PD: Las fotografías son
aproximadamente del año 2000, quizá del 2001. Es una serie tomada durante el primer evento para juntar fondos para la página de Rock Sonora.