Texto por Bere Equis
Fotos archivo Plan Nueve B
Fotos archivo Plan Nueve B
Crónica fugaz
Massacre 68, banda de calibre internacional de
hardcore punk, cerró su gira por México en Hermosillo el pasado 20 de abril. El
Grito fue el telonero de esta noche histórica. Tocó su clásico repertorio y
algunos temas de su próximo Split EP
con bandas de Asia; Stress, por su parte, interpretó su set
clásico y rolas de un nuevo álbum, el cual ya están grabando, y Hyenna tocó parte del material que se cristalizará
en el lanzamiento de su primer disco.
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Integrantes de Motöraiser, Hyenna y Stress. |
Después se subiría al escenario Motöraiser, quienes nos visitaron
desde Ciudad Obregón y causaron gran alboroto. Quizá el gusto por ellos se deba
a que suenan a Motörhead, pues son
una especie de homenaje andando (Motörizer es el decimonoveno álbum de la banda británica).
Los títulos de sus rolas muy ad hoc
con todo el concepto hardware: el tema
de la vida en las carreteras. Su estética completa nos recuerda al logo de Motörhead: casco, cadenas y pinchos. El
vocalista transmite una fuerza tronadora, muy del speed metal y del heavy
combinado con el d-beat: así es el estilo de esta banda que fácilmente
conquista a los más punks.
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Motöraiser pisando el acelerador sin miedo. |
Arrastrados por la furia hipnótica de Motöraiser, los presentes esperaron a
quienes ya han demostrado que lo suyo es el escenario: “Los Sucios”. El frontman
de Suciedad Discriminada narró al
micrófono una serie de “infortunios” que sonaron divertidos como si fuesen
miembros ilustres del Club 13 en Nueva York, anécdotas que sucedieron cada vez
que tocaban con Massacre 68 (la
primera vez en 1989), y lo siguen haciendo, quizá como una burla al destino.
Los fieles seguidores del poderoso trío punketa sonorense se entregaron en el
pogo coreando sus rolas y quedando de manifiesto el profundo respeto por esta
banda con una treintena de años de trayectoria que sin duda alguna resulta ser
siempre un referente para las agrupaciones locales contemporáneas.
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Suciedad Discriminada: ¡que pasen los de afuera! |
Llegó el turno de Massacre 68. Aquello fue un genuino subidón de adrenalina: la raza
de varias generaciones se apretujaba mientras la banda interpretaba su disco
icónico y memorable (No estamos conformes); se mantuvo el
entusiasmo al borde de la locura, atmósfera que no cesó hasta la última
canción.
La mayoría de los grupos que compartieron cartel esa noche en su momento fueron marcados por Massacre 68. Viene a colación la reminiscencia de Rubencito (baterista de Stress) cuando vio al Igor tocando rolas de Massacre 68 (por allá en 1995) con una guitarra acústica en la casa de Sergio Peña, lo que para el vato significó una audición y de allí el Igor brincó al estrellato con Stress.
La mayoría de los grupos que compartieron cartel esa noche en su momento fueron marcados por Massacre 68. Viene a colación la reminiscencia de Rubencito (baterista de Stress) cuando vio al Igor tocando rolas de Massacre 68 (por allá en 1995) con una guitarra acústica en la casa de Sergio Peña, lo que para el vato significó una audición y de allí el Igor brincó al estrellato con Stress.
Paréntesis
[posdata introspectiva previa a la reflexión]
Fue un viaje en el tiempo. Recordé mi enamoramiento
musical por Anarkoi, que después
mutó a No Más No (un equilibrado
tres de tres del grind, el crust y el metal). La admiración por la chica
visceral que escribió algunas de las rolas del repertorio de la agrupación, voz
femenina que se alzó en un género de hombres, una voz para romper mandatos que
intentó ser congruente: la voz de Adriana.
Una verdad que está de sobra decir es que No
Más No formó parte de una casta de nuevas bandas generadoras de espacios de
resistencia. Cierro el paréntesis.
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